Mañana es el día de la Madre en el resto de los países, salvo acá, que lo celebramos en octubre, y por duplicado, el 11 de octubre es el de la madre “católica”, y el tercer domingo el de todas.
Por la lejanía, y por propia necesidad, quiero escribir algo sobre mi madre.
Hace hoy muchos meses que no la veo, y esta es una situación que a veces me duele, pero también me duele cuando nos encontramos.
Sí, claro es una historia larga de contar. Mi madre me tuvo después de una relación con un señor al que conocí siendo adolescente. Ella le preguntó si seguía con el embarazo, y él le dijo que sí, y luego desapareció. O sea que soy una hija de madre soltera, prefiero esta definición a cualquiera de las otras: hija natural, ilegítima, etcétera.
Como sea, nuestra relación nunca fue fácil, mi infancia fue una etapa feliz de mi vida, pero con momentos muy tristes y dolorosos. No tengo hermanos de parte de mi madre, aunque sé que tengo una hermana, a quien no conozco, por parte de mi padre.
La cuestión es que después de que empezamos a salir con Gabby, en un momento, bastante surrealista, mi madre decidió empezar a perseguirme y evitar que siguiera viendo a Gabby. La causa era que una compañera de trabajo con poderes extrasensoriales, le dijo a mi vieja que Gabby y yo habíamos sido pareja en otra vida y ahora íbamos a consumar lo que nos quedó pendiente. (!!!) Sí, créanlo porque así sucedió. Y mi madre decidió tomar el papel de la malvada de la película. Cuando se enteró, un año después que sus intentos habían sido infructuosos (nos escuchó a mí y a Gabby cuando teníamos el programa de radio), decidió actuar como la verdadera malvada: me echó de su casa. Es decir, quiso manipularme como siempre lo había hecho, y me dijo que si yo quería volver a vivir con ella debía aceptar sus condiciones, pero yo en ese mismo momento decidí, apoyada por mi amada claro está, seguir mis sentimientos, ser fiel a mí misma, y encarar ese cambio. Yo tenía 24 años, nunca había vivido sola, así que me fui a vivir con Gabby, y comenzamos una nueva etapa de nuestra relación.
Pero estoy hablando de mi madre. Así que quiero contar que soy parecida a ella físicamente, y un poco de carácter también. No puedo evitarlo, viví mis primeros veintipico de años a su lado. Por más que una no quiera parecerse, es algo difícil de eludir. Sin embargo, luché y sigo luchando para no tratar de manipular las situaciones, a los/as demás personas.
Tengo buenos recuerdos con ella, y de los peores. Los primeros descubrimientos musicales: el jazz, la música clásica, fueron con ella, por ejemplo. Y también los golpes, el sentir terror a la mirada de una persona querida, el sentir que no se puede contar con su apoyo incondicional (luego de una situación de abuso dudó de mis palabras) cuando intenté conseguir trabajo, o cuando inicié mi relación amorosa con Gabby.
Me siento mal cuando no sé nada de ella, y cuando nos encontramos me dice cosas terribles, lo que determina que me aleje de ella para no recibir sus palabras envenenadas. Siento que no soporta recibir cariño de alguien a quien ella critica, porque vivo con una mujer a la que amo, y que me ama. Para demostrarme que piensa esto me dice que Gabby no me permite verla, ¿pueden creer ésto? A veces me pregunto qué gana con manipular de esta forma a las personas, a las relaciones. La última vez que nos vimos le dije que la causa por la que no nos veíamos más era que ella con sus palabras me hacía doler, que nuestra relación madre e hija tenía estas características, que yo no podía aceptar que me dijera cosas horribles de la persona que yo amo, cuando esas cosas no son ciertas, sino sus propios miedos.
Si algo decidí aquella vez en que mi madre me dijo que no podía seguir viviendo en su casa, fue que quería y trabajaría para tener relaciones sin manipulaciones. Con el tiempo me doy cuenta de que no es tan fácil de llevar a la práctica, fueron muchos años sufriéndolo, aunque también traté de rechazar esta manipulación.
Perdonen lo largo de este post, pero debía escribirlo. Sentí que necesitaba contar algo que está conmigo, y seguirá estando porque no pretendo ocultarlo.
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