DISCOS: "QUE FALTA VOCE ME FAZ", DE MARIA BETHANIA
Garota de Bahia
Bethania homenajea a Vinicius de Moraes en un disco hermoso y conceptual, que confirma el notable presente de la bahiana y la vigencia de las canciones del poeta.
Mariano del Mazo.
Maria Bethania canta como un joven árbol que quema en una crepitación de madera que se extingue hacia lo alto. Todo es combustión en esta extraordinaria cantora. (Vincius de Moraes).
Esa combustión atraviesa el CD Que falta voce me faz que Bethania consagró, precisamente, a la obra de Vinicius. Un crepitar dulce y dramático al mismo tiempo que aborda clásicos y no tanto como A felicidade, Tarde em Itapoa, Lamento no morro, Gente humilde y Voce e eu.
Maria Bethania tiene —ya desde los inicios del Tropicalismo (fines de los 60), cuando asomó como una figura independiente del movimiento fogoneado por su hermano Caetano Veloso— una mirada conceptual de la música. Ella toma autores, compositores y poetas como Noel Rosa. Chico Buarque, Caetano, Roberto Carlos (aquel discazo Las canciones que hiciste para mí), Fernando Pessoa y Joao Guimaraes Rosa o temáticas como el carnaval, la ecología y el sincretismo bahiano para dar cuenta de su lugar ideológico y estético en el mundo. Es, en ese sentido, mucho más artista que Gal Costa, para citar a una contemporánea que dejó aburguesar su buena voz.
Aquí, en este homenaje a Vinicius (y, al pasar, a los parceiros autorales de Vinicius: Jobim, Carlos Lyra, Baden Powell), Bethania logra versiones extraordinarias. Su extraña entonación, esa tensión de su timbre único siempre al borde del desgarramiento potencia la poética alternativamente desolada y hedonista del creador de Para vivir un gran amor.
No es a través de las cuerdas dirigidas por el argentino Jorge Calandrelli donde Bethania logra la mayor profundidad en sus interpretaciones. Lo ampuloso no se lleva bien con la austeridad sugerida de la bahiana. Ahí está la desesperada Modinha (no puede más mi corazón / vivir así / esclavizado a una ilusión / que es sólo desilusión) con el piano solo de Maria Joao Pires o la social Gente humilde con el terso acordeón de Chico Chaves. Igual el disco es disfrutable de principio a fin. Y, de algún modo, una demorada declaración de amor: "Hacen falta hoy personas como Vinicius —dijo Bethania en una entrevista—. El me enseñó, prontamente, una manera de vivir. No puedo dejar de extrañarlo un solo día". Palabra de una mujer en eterna combustión.
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