Contaba mi madre, doña Irene María, que cuando nací no le di bola a nadie y me la pasé durmiendo los primeros días de mi vida. Ella decía que parecía enojada, supongo que lo decía por mi carita trompuda. Capaz que debería festejar de vez en cuando unos días después del 11, en honor al estado rebelde (o tal vez muy satisfecho) con el que nací. O tal vez fue mi reacción porque no me gustaba ni ahí el hospital de niños de Santa Fe. Yo pienso a estas alturas que nacer debe ser una empresa bastante heavy, por lo que me dediqué con mi criterio de subsistencia, a reponer mis energías y prepararme para lo que se me venía encima: lidiar con el mundo :)
Mi mamá y yo, con un mes, en una plaza de la ciudad de Santa Fe, 1968.
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