íbamos a sentarnos con los pies colgando

íbamos a sentarnos con los pies colgando, al borde de la puerta del vagón vacío
semejante sueño, habráse visto tamaña desconexión con el aquí y ahora

íbamos a sentarnos, repito, con los pies colgando en el aire, las zapatillas con los cordones casi desatados, las piernas balanceándose, las manos apoyadas en el suelo del vagón, agarradas del borde, las rodillas un poco sucias, reflejando el sol anaranjado del atardecer
cuánto tiempo perdido, cuántas horas tiradas a la bartola (¿??)

íbamos a ver el sol caerse, escaparse, sin corrernos, nada de principitos, porque esa luz cobriza nos iba a dar otro brillo en nuestros rostros pacientes de esperar el cambio, porque ese brillo iba a significar que ésa era la tardecita de nuestro mejor día

íbamos a seguir esperando lo que es, día tras día, un anochecer tras otro, esperar que el viento apenas nos despeinara

hasta que un día llegamos hasta las vías, miramos para todos lados, y nada, ni vagones, casi ni vías, ni durmientes
no pudimos ni siquiera llorar

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