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2da Celebración de las amantes
Rosario, mayo 2014
C-Relaciones sexo-afectivas: sensibilidades desheterosexualizadas, placeres abyectos, des-moralización del deseo.
Irene Ocampo: escribe, coordina talleres de escritura y es activista. En los últimos años incursiona en los temas de este conflicto de cuerpo entero y también en sus formas virtuales. ire.ocampo(arroba)gmail.com
Disidentear las relaciones... (*)
Agradecemos la invitación a participar en esta Celebración, la 2da acá en mi ciudad, Rosario.
Agradezco en lo personal a mi compañera cochina María Eugenia que aceptó mi invitación y el desafío de presentarnos en conjunto.
Vamos a dialogar con María Eugenia, sobre algunos temas del Conflicto que nos interesan compartir en la 2da Celebración de las Amantes.
Nuestro diálogo no empezó ahora, sino que ya venimos hablando de estos temas casi desde que nos conocimos. Nuestra idea es que este compartir se expanda, sobre todo en nuestra ciudad. Con la idea de enredarnos también con otras hemos abierto un blog: amantesdelilith.tumblr.com
El monoambiente de la no monogamia
En este monoambiente de una recargo mis energías. En este pequeño espacio en el que vivo pienso y reflexiono sobre mi vida, mi art-ivismo, mis modos de estar y devenir en la monogamia.
Introversión. Aparezco entre los demás observando, hablando poco, escuchando mucho, preguntando para saber y no para juzgar. Para ampliar mi horizonte vital. También para intercambiar impresiones. A veces para impresionar a otras.
Mi camino en el activismo...
Mi camino en el activismo lésbico feminista fue moldeando mis deseos. También los deseos de una madre independiente, que de alguna manera se había fugado del hétero patriarcado y armó su núcleo afectivo como pudo para la época que le tocó vivir, en una ciudad de provincias. De alguna manera considerarme bisexual durante mi adolescencia fue lo mejor que pudo pasarme para habilitar la búsqueda de otras relaciones, para empezar a enamorarme de otras, para empezar a desear a otras.
Cuando leí el Cuerpo lesbiano de Monique Wittig me zambullí en sus aguas turbulentas sin tener idea del nombre del huracán que las sacudía. No fue sino hasta la lectura del Caballo de Troya, muchos años después, que pude comprender qué era lo que Wittig quería hacer y que hiciéramos. De alguna manera la primera lectura del Cuerpo lesbiano, más otras lecturas fundantes para mí, como las novelas de Ursula Le Guin, habían encendido la mecha de mi propia molotov, con la cual fui atentando a mi manera, desde mi escritura. Hasta allí la ficción poética.
Pero ¿qué pasaba con mi cuerpo lesbiano? La lucha allí fue más complicada. Supongo que ese descentrarse y salirse de lo que se supone debe ser una niña y lo que sigue después, lo sentí y sufrí claramente en mi cuerpo. No me sentí cómoda hasta no entrar en mis 30. Ni siquiera las autoexploraciones que realicé durante mi adolescencia y primera juventud me permitieron tomar posesión de mi espacio corporal de la manera en que yo quería. Siempre esto estuvo mediado por algo o alguien más. La cultura héteropatriarcal, que inunda todo lo que nos rodea, me mandaba imágenes, ideas, idealizaciones con las que yo no podía amigarme. Todo esto sin comprenderlo, y sin poder acceder a mi cuerpo de la manera en que permitiera expresarme más libremente.
Y fue gracias a la curiosidad por el sexo que llegué a tomar mi espacio corporal, a ocuparlo y disfrutarlo cada vez con menos limitaciones. Las ideas feministas, y algunas oportunidades que la cultura masiva me fue brindando. Un camino sinuoso que me permitió acercarme a mi cuerpo: cuerpo de mujer, de lesbiana, de mujer sin hijos, cuerpo de hija. En ese camino me fui encontrando con mucho de mí misma. Y fui encontrando otros cuerpos, a los que quería descubrir, desear, amar, con o sin sexo.
Encontrarme a mí misma en mi propio cuerpo me permitió encontrarme y también desencontrarme con otras, con esos otros cuerpos y otros deseos. Saltar límites propios, visitar fronteras y apropiarme de otros lenguajes corporales.
Gestar redes de afectos
La pregunta por el cómo suele aparecer antes que la pregunta por el por qué, o el para qué. La pregunta por si estaría dispuesta a establecer una nueva forma de relacionarme con quienes ya tengo una relación afectiva o sexoafectiva surge casi en simultáneo. ¿Debemos dejar de pensar en la monogamia como una forma de relacionamiento válida? es otra de las preguntas que surgen.
Y si podemos convivir, entonces ¿qué seríamos?
La pregunta por el nombre ordena. En nuestro caso, desordena. Pone en cuestión lo establecido.
Cuando quiero darle una patada al sistema heteronormativo, patriarcal, y racista pienso que la rebelión sexual implica tanto el goce de la relación sexual a contrapelo de las normas, y el goce de los afectos y las redes de afectos por fuera y más allá de lo monogámico, de los dúos exclusivos, de las parejas que sintetizan el ideal de la completitud.
¿Si yo te ato ahora vos me cojés después?
Soy dominante. Eso significa que me encuentro con sumisas. Algunas siguen pensando en la vieja categoría de activa/pasiva. Antes, si me preguntaban si era activa, les decía que sí. Ahora la pregunta activa mi deseo de contarles que soy dominante y de saber cómo son ellas. No hay una sola forma de ser sumisa, y a mí en general, me gustan las que se dejan pero también me la pueden dar. Tener a mano un juguete. Eso sería lo ideal, parece.
Lecturas:
Manifiesto anarquismo relacional
Ética promiscua y libros de Dossie Easton y Janet hardy
Golfxs con principios
Betty Dodson libros/arte/documentales
Wittig
Deleuze
Marina Garcés
Brigitte Vasallo (artículos en Pikara magazine)
virtual:
blog: amantesdelilith.tumblr.com
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(*) Este texto está publicado también en Potencia Tortillera:
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