Que podemos desaparecer en democracia ya lo sabíamos antes de que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, dijera la frase que fue tapa de algunos medios hace unos días atrás. Lo saben muy bien las mujeres asesinadas, previas violaciones o torturas, y su familiares que todavían están pidiendo que se esclarezcan sus muertes y se busque a los culpables. Los familiares de los jóvenes víctimas del gatillo fácil policial, de los ya no tan famosos secuestros express, y así sucesivamente.
Y cuando cai en la cuenta de todo este estado de terror en el que hemos vivido durante todos estos años, me doy cuenta de que creo que no hemos luchado lo suficiente por preservar esas vidas, nuestras vidas. Que la democracia no es una palabra antigua, sino que es algo que se desgasta cada vez más. Cada vez que alguien desaparece de nuestras vidas, y no sabemos quién o quienes son los culpables.
Por eso, y más allá de que deseo con todas mis fuerzas que aparezca Julio López, albañil, y testigo clave en la causa Etchecolatz, no por lo peligroso de su pasado, sino porque lo peligroso en él era su memoria, y su vida, la que le permitió ser el testigo que devolvió con palabras claras, los horrores vividos por las personas a las que les tocó ser víctimas de ese ex comisario de la policía bonaerense. Reitero que quiero y deseo aún más fuertemente que aprendamos a defender nuestras vidas de quienes no quieren defenderla, y es más hacen lo posible por atacarla. Con defender nuestra vida quiero decir esta vida que llevamos: libre, basada en la democracia, arraigada en los principios de los derechos humanos, y derechos humanos de las mujeres y de la infancia y la adolescencia, respetadora de los derechos de quienes deseamos a personas de nuestro mismo sexo.
Porque como digo en el título de este post, los dinosaurios de la represión y la dictadura siguen vivos, cuidémonos, respetémonos y exijamos que se respete nuestra vida.
Aparición con vida y permanencia con vida!!
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